Romper el hielo diplomático
por Jens Martens, Global Policy Forum
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Para evitar el fracaso de Addis Abeba el Norte tiene que hacer concesiones
La crisis de la deuda en Grecia domina la prensa mundial, pero un evento muy relacionado comienza en Addis Abeba sin atención del público: la tercera Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo.
La FpD3 se llevará a cabo en Etiopía del 13 al 16 de Julio y está diseñada para presentar propuestas sobre cómo hacer más equitativas las relaciones financieras internacionales y cómo financiar el desarrollo sostenible. FpD3 se ocupa de cuestiones vitales como la movilización de los recursos nacionales y la reforma de las políticas fiscales, el papel de la financiación privada, la deuda y la sostenibilidad de la deuda, el comercio y las reformas en el sistema financiero internacional.
FpD3 establecerá el tono para las otras dos grandes cumbres internacionales de 2015. En septiembre, los gobiernos deben adoptar una nueva “agenda 2030” para el desarrollo sostenible, que incluya Objetivos de Desarrollo Sostenible universales, y en diciembre un nuevo acuerdo sobre el clima debe ser firmado en París. Para que estas conferencias tengan alguna esperanza de éxito, sus aspectos financieros deben ser delineados en Addis Abeba.
Tal como están las cosas al comenzar la conferencia, las perspectivas parecen sombrías. El proyecto de documento final, provisoriamente llamado Agenda de Acción de Addis Abeba, está llena de retórica pero contiene muy poca acción. La desconfianza entre el Norte y el Sur parece abrumadora.
Socavar el multilateralismo en la ONU
El Norte ha dado muchas razones para que los gobiernos de los países en desarrollo, agrupados en el Grupo de los 77, no confíen en su palabra. Por ejemplo, algunos miembros de la Unión Europea, los Estados Unidos y algunos otros votaron en la Asamblea General de la ONU en contra de la inmensa mayoría que resolvió crear un marco jurídico sobre la reestructuración de la deuda soberana. Aunque este marco podría ser útil en el tratamiento de casos como el de Grecia, la Unión Europea y los Estados Unidos han estado boicoteando las sesiones de trabajo del comité de la Asambea General que lo estudia.
En el Consejo de Derechos Humanos, los gobiernos del Norte votaron en contra de iniciar negociaciones hacia un instrumento jurídicamente vinculante sobre empresas trasnacionales y derechos humanos. El grupo de trabajo intergubernamental establecido por el Consejo se reunió por primera vez en la semana previa a la conferencia de Addis Abeba. La Unión Europea y los Estados Unidos se negaron a participar de manera constructiva en las deliberaciones.
La mayoría de los gobiernos del Norte han renegado de su promesa de aumentar la Asistencia Oficial al Desarrollo hasta alcanzar el 0,7 por ciento de su producto interno bruto en 2015 y ofrecen apenas expresiones vagas de compromiso sin mostrar evidencia de su seriedad, lo que no ayuda a aumentar la confianza del G77.
Otro tema controvertido es el principio de «responsabilidades comunes pero diferenciadas,» consagrado en la Declaración de Río de 1992 y operacionalizado en el Protocolo de Kyoto sobre cambio climático. Este principio distribuye obligaciones a los países en la resolución de problemas globales en función de sus capacidades respectivas, así como de su contribución a la creación del problema. Mientras que el G77 está dispuesto a aplicar también este principio más allá de las consideraciones ambientales, la Unión Europea, los Estados Unidos y sus aliados lo rechazan categóricamente. Ellos prefieren hablar de responsabilidades compartidas, con el claro objetivo de desplazar más cargas sobre los hombros de los países con economías emergentes.
Cómo salir del punto muerto
Para superar el estancamiento político, se necesitan medidas que fomenten la confianza. La Unión Europea, los Estados Unidos y sus aliados tienen que asumir la responsabilidad y demostrar un espíritu conciliador en las negociaciones.
En primer lugar, deben aceptar el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas como piedra angular para todo acuerdo internacional futuro. Esto no significa que los países queden atrapados por siglos en las categorías de la década de 1990. Debe buscarse un acuerdo sobre qué significan las responsabilidades diferenciadas en distintos ámbitos políticos, cuáles son los factores en el cálculo de las capacidades y responsabilidades históricas y cómo estos parámetros se pueden adaptar regularmente.
En segundo lugar, todos los gobiernos del Norte deben al menos mostrar planes concretos para cumplir con sus compromisos de asistencia oficial para el desarrollo y financiación para el clima. Deben adoptarse hitos y calendarios específicos con el fin de mostrar un verdadero compromiso. Además, el Norte debe mostrar más interés en el uso de medios innovadores de financiación, como el impuesto sobre las transacciones financieras y los gravámenes sobre los viajes aéreos para financiar realmente esas promesas.
En tercer lugar, el Norte finalmente debe aceptar que los problemas globales requieren soluciones globales resultantes de una deliberación global. Debe abstenerse de boicotear y enlentecer los procesos internacionales en temas importantes como la resolución de la deuda, las obligaciones de derechos humanos de las empresas, y la cooperación internacional en materia fiscal. En este último caso, los gobiernos están discutiendo la manera de fortalecer el papel de la ONU en este ámbito y hay propuestas para crear un órgano intergubernamental sobre cooperación fiscal para complementar el trabajo técnico que ya está en marcha.
Sólo rompiendo el círculo vicioso de la irresponsabilidad colectiva puede asegurarse el éxito de las tres conferencias internacionales vitales de 2015.
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