Estados Unidos utiliza el poder del dinero en los foros mundiales y regionales

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Por Barbara Adams y Roberto Bissio

Circulan insistentes rumores de que si/cuando el Presidente Donald Trump se dirija a la Asamblea General de la ONU el próximo 22 de septiembre (cuando probablemente sea el único jefe de estado físicamente presente) podría anunciar importantes recortes en las contribuciones financieras o incluso amenazar con retirarse de la ONU.

Desde que Trump asumió el cargo en enero de 2017, los Estados Unidos han des-financiado, denigrado o abandonado varias agencias de la ONU e instituciones afiliadas.

El New York Times informó el 4 de septiembre sobre la posible retirada de Estados Unidos de la OTAN, si Trump gana un segundo mandato como presidente en las elecciones de noviembre. ¿Podría la ONU ser la siguiente en la lista?

Una carta que circula entre las organizaciones de la sociedad civil señala que si esta amenaza se materializa, y dado que los Estados Unidos pagan el 22 por ciento del presupuesto regular de la ONU, esto sería un golpe devastador para el organismo mundial, que está conmemorando su 75 aniversario.

Pero, ¿no podría esta jugada desencadenar una reacción política interna y entre los demás Estados Miembros, cuya retórica de multilateralismo a menudo no se corresponde con sus acciones?

¿No será ésta la conmoción necesaria para exigir una gobernanza mundial auténticamente democrática e iniciar la transición, largamente esperada, que aleje al sistema de las Naciones Unidas de ser un foro de negociación entre poderes ejecutivos que no reflejan la diversidad y valores de sus respectivos países?

La mayoría de las preocupaciones expresan temores por las consecuencias inmediatas para el presupuesto de las Naciones Unidas. ¿Acaso ignoran que este presupuesto implica ejercer influencia en el proceso de toma de decisiones?

En 1985, el Primer Ministro de Suecia, Olaf Palme, propuso un límite máximo de 10% del total como aporte a la ONU de cualquier Estado Miembro. Al dirigirse a la Asamblea General de las Naciones Unidas para conmemorar su 40 aniversario, dijo: "una distribución más equitativa de las cuotas reflejaría mejor el hecho de que esta Organización es el instrumento de todas las naciones". Si bien esto obtuvo cierto apoyo, enfrentó la resistencia en muchos círculos de los Estados Unidos conscientes de que ello reduciría su poder político e influencia en las Naciones Unidas.

La embajadora estadounidense Stephanie Power lo expresó claramente en abril de 2014: "Nuestra capacidad de ejercer el liderazgo en la ONU -para proteger nuestros intereses de seguridad nacional- está directamente relacionada con el cumplimiento de nuestras obligaciones financieras".

La toma de decisiones de la ONU es a menudo comparada {favorablemente} con el sistema de votación ponderada del FMI y el Banco Mundial, ya que tiene un sistema de un voto por país, en lugar de votos por aportes de capital. Pero esto no es siempre así: hay una votación ponderada de hecho en la ONU, ejercida a través de nombramientos de alto nivel, presupuestos, amenazas y autocensura, y los Estados Unidos no son los únicos beneficiarios.

Mientras tanto, en un proceso separado, pero no diferente, los Estados Unidos consiguieron que la Junta de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) eligiera a un ciudadano de Estados Unidos como presidente durante una reunión virtual el 12 de septiembre.

México, Chile, Argentina y la Unión Europea habían solicitado posponer hasta después de las elecciones estadounidenses de noviembre la decisión sobre la conducción de la mayor institución financiera de América Latina y el Caribe. El presidente del banco había sido un latinoamericano desde su creación.

El pasado mes de junio el presidente Trump, en un movimiento calificado de "sorprendente si no asombroso" por la prensa especializada, lanzó la candidatura de su principal asesor latinoamericano, el abogado cubano-estadounidense Mauricio Claver-Carone a la presidencia del BID. Conocido por su oposición radical a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, Claver-Carone es el principal autor de la iniciativa "América Crece", lanzada el pasado mes de diciembre para promover la inversión privada en infraestructuras y competir así con la creciente presencia china en la región.

Varios líderes latinoamericanos -incluidos los ex presidentes Ernesto Zedillo de México, Ricardo Lagos de Chile y Julio María Sanguinetti de Uruguay- han firmado una carta pública oponiéndose a Claver-Carone, no sólo por constituir un incumplimiento del "pacto de caballeros" al que se comprometió el entonces presidente Dwight Eisenhower sino también por la inconveniencia práctica de elegir a un estadounidense por cinco años a menos de dos meses de las elecciones que podrían cambiar al inquilino de la Casa Blanca. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrel, en una carta citada por Reuters agregó la pandemia del coronavirus y las actitudes del «halcón» Claver-Carone como razones adicionales para la prórroga.

Sin embargo, con el apoyo de los presidentes Jair Bolsonaro de Brasil, Iván Duque de Colombia y otros, se estima que el candidato Trump logró reunir los apoyos del 54 por ciento de los votos.

El BID presta unos 18 mil millones de dólares anuales a los países de América Latina y el Caribe, mientras que el Banco de Desarrollo de China (CBD) y el Banco de Importación y Exportación de China (China Exim) prestan conjuntamente unos 2 mil millones de dólares al año. Sin embargo, la mayor parte de la inversión china en la región se realiza en forma de inversión directa o de asociaciones público-privadas (APP), que ascendían a unos 12 mil millones de dólares al año en las épocas pre-Covid-19. "América Crece" competiría directamente en este rubro, presumiblemente con garantías del BID para las inversiones de empresas estadounidenses en infraestructura.

Para ser elegido, el candidato estadounidense no solo necesitaba una mayoría absoluta, sino también un quórum de al menos 75 por ciento del poder de voto. Esta es una regla introducida por los Estados Unidos, que tiene el 30,006 por ciento de los votos, para tener la posibilidad de vetar cualquier resolución simplemente saliendo de la sala. El gobierno argentino intentó movilizar a la oposición a Claver-Carone para jugar la carta del quórum y forzar un aplazamiento.

Los votos de Argentina (11.3 por ciento), México (7.3%) y de los 13 países de la Unión Europea representados en el BID (con un total de 9.2%) podrían haber asegurado el éxito de esta estrategia. Pero la retirada de sala propuesta, aunque es perfectamente legal según las normas del BID, fue calificada de «obstrucción» por la Casa Blanca y, finalmente, todos participaron en la reunión virtual y, aun votando en contra, aseguraron que el candidato de Trump fuera elegido. El compromiso anunciado con el multilateralismo no se tradujo en gestos efectivos.

(Esta nota fue actualizada el 13 de setiembre para reflejar el resultado de las elecciones del BID)

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